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sábado, 22 de diciembre de 2012

Sobre vivir de la música



Me gustaría hablar de una problemática que si bien parece tan ridículamente alejada de nuestras realidades, es importante de discutir. ¿Vivir de la música es un problema para lxs que aspiran a música liberadora?
Así, de plano, no. Cobrar entradas en tus presentaciones no es un problema –aunque sí podríamos discutir el precio- , vender discos no es un problema, sacar merchandaising no es problema, vivir de la música en éstos términos no se diferencia demasiado de las prácticas autogestionarias de muchxs compañerxs, que para no entrar al cochino mundo laboral optan por otras vías para hacerse el día. Se debe reconocer y aceptar esa opción, pero sin hacer apologías.  

Entonces ¿Cuándo se contradicen las ideas libertarias con nuestras prácticas cotidianas? La respuesta parece obvia: Cuando alimentan lo que están tratando de destruír. El asunto es que dicha repuesta no tiene una interpretación única. Se puede entrar en una discusión bizantina sobre el momento específico en cuando se fortalece al capital, en donde podríamos decir qué practicas concretas lo alimentan y cuáles le dañan. Mi visión al menos, es que se puede vivir de la música sin alimentar lo que pretendemos destruír, tdxs lxs que nos consideramos libertarixs y buscamos la revolución social, pero no es tarea fácil… Sin ir más lejos, yo no lo he logrado, por más que me gustaría. 
  
Hay quienes me pueden argumentar que tranzar mercancía, valida la circulación de capital, que el aceptar dinero apoya la abstracción del valor de uso y que coopera en la larga cadena de la explotación humana, y que uno termina formando parte del sistema, y muchos otros argumentos en que si bien podríamos encontrar su sentido teórico, no avanzan en generar una práctica antisistémica viable y concreta, y por el contrario, sólo justifican el transitar por el mercado sin remordimientos. Hay que partir del entendido de que todxs formamos parte de este sistema que detestamos, y que gran parte de nuestras vidas estamos sometidos a entidades que aborrecimos, pero ello no nos impide el tratar de disminuír dicha contradicción en todo momento: "Todos nosotros, sin excepción, nos vemos obligados a vivir más o menos en contradicción con nuestros ideales, pero somos socialistas y anarquistas porque sufrimos esta contradicción, y en la medida en que la sufrimos y tratamos de reducirla al mínimo posible. El día en que llegásemos a adaptarnos al ambiente, se nos pasaría naturalmente el deseo de transformarlo y nos convertiríamos en simples burgueses: burgueses quizá sin dinero, pero no por ello menos burgueses en los actos y en las intenciones" Encuentro sumamente lucida esta cita de Malatesta, ya que asume la contradicción, y no se encandila  con tratar de zanjarla en su completitud, es eso igual de inútil que imposible, de lo que se trata es de luchar contra ella, no negarla.

Vivir de la música es un buen ejemplo para ver los límites de esta discusión. Si bien pienso que es posible, y no cae en una contradicción el luchar contra el capital, y vivir de la música, en la práctica dicha opción está muy ligada a prácticas que a mi parecer si caen en paradojas de grueso calibre. Los límites para mí no son muy polémicos ni difíciles de distinguir, el límite es entrar en los juegos  de la industria y el mercado: Mercantilizar la música, entibiar el discurso o adaptarse al nicho de consumo, profesionalizar la práctica musical y por supuesto, firmar con cualquier tipo de empresa dedicada a la industria cultural, son prácticas que indiscutiblemente alimentan el embrutecimiento, la espectacularización, el consumo, la cultura del castramiento identitario  y la veneración de ídolos. Voy a tratar de ahondar en un par, aún cuando todos están muy relacionados entre sí.

Mercantilizar la música: La música si uno la considera una herramienta para liberar, no puede en si misma estar presa de una condicionante. Si bien creo que es legítimo y necesario cobrar por los discos, ya que significan una inversión importante, que idealmente a uno le gustaría recuperar… El horizonte de música liberadora es siempre llegar a la mayor cantidad de personas posibles, y disminuir de la mayor forma posible los obstáculos de accesibilidad. Internet, hoy nos permite eso, con descargas gratuitas, escuchar online, etcétera. La ideología del Copyleft nos dice mucho de aquello, la música u otra generación de conocimiento o arte crítico, es aquel que está completamente liberado en todos sus usos: Reproducción, consumo, difusión, modificación, etcétera.

Entibiar el discurso o adaptarse al nicho de consumo: El mercado basa su existencia en que la mercancía que transa es apetecible, en lo posible adictiva. La única música que puede esperar ser exitosa en el competitivo mundo de la industria cultural, es aquella que no desagrada, que es cómoda, usual, identificable, tanto en sus letras, como en su expresión musical. El Discurso es tanto Lo que uno toca y cómo uno toca, y no sólo lo que uno dice. Uno puede entibiar las tres formas. En Hemos Venido Fracasando distinguimos esas tres formas, como tres áreas en que la música debe plantearse liberadora, ya sea con un discurso liberador (lo que uno dice), con una práctica autogestionaria (como uno toca), o con un estilo radical e innovador (lo que uno toca). El mercado, a mi juicio, es incompatible con dos de tres. En innumerables ocasiones me ha tocado sostener la discusión con amigos, sobre el mensaje que quiere transmitir la música y en el cómo la transmite. La postura es que un mensaje revolucionario no puede estar atrapado en un nicho elitista de tipos que puedan “aguantar” un estilo liberador, o que estén inmersos en el pequebú underground… En ese sentido está permitido firmar con la EMI si es que tienes un discurso revolucionario, porque el fin revolucionario de “llegar al pueblo” justifica el medio de la industria. Algo así como Calle 13, o Rage Against the Machine. Pero a mi juicio se cae en el error de ensalzar lo lírico por sobre las prácticas y/o una ejecución innovadora. Y más aún, por mucho que le donen morlacos a los Zapatistas, o que salgan con poleras apoyando a Palestina, no se puede hablar de insurrección, sedición y liberación cuando se sostiene una cadena de consumo, vital para la existencia del capitalismo.

Profesionalizar la práctica musical: Hay pocas cosas más desagradables que una banda que no pueda tocar sin prueba de sonido, que no toque si no hay catering, que defienda los intereses del gremio, que llore porque piratean su música, que saque el discurso de “es mi trabajo, respétalo y págame”, que se sindicalice en la SCD y defienda con uñas y dientes su producto… todos males del músico profesional, que ha vuelto su práctica musical en un cuidado y estiloso negocio, y que como dice un amigo, se transforman en una mierda cuica y aburrida. Es para mi una esencia vital de la música que vale la pena, aquella que no se da tantos rodeos y esten donde tengan que estar, sin condiciones, sin lloriqueos. Lastimablemente para vivir de la música muchas veces los músicos deben tomar esas “precauciones” para volver rentable su aventura.
Pocos músicos conozco que puedan vivir de la música sin caer es éstos vicios del capital, que ahogan la llama que debe tener una melodía que busque liberar consciencias, que incite a la acción y que levante los ánimos para la lucha.

Hay alguien ahí?

Rhonny – Hemos Venido Fracasando

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